Hay unas tendencias claras que son tractoras (de manera más directa o indirecta) de los procesos de cualificación y profesionalización en los cuidados de larga duración (de los servicios sociales) y la economía de la longevidad en general en nuestro entorno:
- El progresivo incremento, en los próximos años, del número de personas con diversos grados de limitación funcional para las actividades de la vida diaria (especialmente mayores) y del número de personas mayores (con o sin limitaciones funcionales).
- La disminución de cuidado primario disponible por los cambios en las estructuras y dinámicas familiares y comunitarias.
- La mayor complejidad o sofisticación de las situaciones de las personas y la consiguiente necesidad de especializaciones en o a partir de algunas actividades.
- El aumento y diversificación de exigencias y expectativas de las personas mayores (o con discapacidad) en materia de cuidados y en general, incluyendo el aumento de la capacidad de acción colectiva e interlocución estratégica.
- La necesidad de reemplazo por jubilación de un número importante de las personas que ahora están trabajando en estos ámbitos.
Hay, sin embargo, otros fenómenos o procesos que van a tener relevancia de cara a la cualificación y profesionalización en los cuidados de larga duración (de los servicios sociales) y la economía amigable con las personas mayores pero cuyo ritmo y sentido de evolución resulta más difícil de prever:
- La existencia de una cierta estabilidad económica e institucional en los próximos años o la ocurrencia de eventos disruptivos de carácter sanitario, financiero, político o de otra índole, tanto aquí como en otros países (de dónde vienen migrantes).
- El fortalecimiento de las dinámicas de aumento de la desigualdad y la desvinculación o bien el surgimiento de iniciativas favorecedoras de la equidad y cohesión social.
- La envergadura de la apuesta política y presupuestaria de las políticas públicas en materia de servicios sociales u otras conexas.
- El modelo de provisión que predominará en los sistemas autonómicos (y los subsistemas locales) de servicios sociales, a partir, por ejemplo, de la tensión entre el racionamiento de servicios (predominantemente) concertados y los pagos directos (o cheques servicio o presupuestos personales).
- El grado de desarrollo que alcanzarán iniciativas intersectoriales de desarrollo comunitario que puedan introducir modificaciones relevantes en los modos de habitar y convivir en las viviendas y vecindarios y en las dinámicas de ayuda mutua, acción voluntaria y organización solidaria.
- Las maneras de integración o clusterización de actividades según cuáles sean tractoras o vertebradoras (no es lo mismo que el negocio inmobiliario tire del asistencial que lo contrario, no es lo mismo que la rama sanitaria tire más o menos de la de servicios sociales y así sucesivamente).
- La idoneidad e intensidad de los esfuerzos por superar la informalidad y precariedad que asola el ámbito de los cuidados.
- Las dinámicas de intermediación o desintermediación en las diversas actividades (como, por ejemplo, cooperativización del trabajo doméstico, fortalecimiento de la gestión de caso, uberización de los cuidados u otras).
- Los desarrollos tecnológicos de todo tipo que permitan responder de nuevas maneras a las necesidades de cuidado y otras que presenten las personas mayores o con discapacidad.
- La configuración de los correspondientes ecosistemas de conocimiento y el papel de las proveedoras de formación y de las propias organizaciones prestadoras de servicios.
(Notas compartidas dentro del proyecto #ZainLab, ejecutado por el grupo cooperativo de la economía solidaria Servicios Sociales Integrados con apoyo del Departamento de Empleo del Gobierno Vasco. En la foto, su presentación a cargo de la VIcelehendakari, Idoia Mendia; el Viceconsejero, Alfonso Gurpegui, y la Directora de SSI, Karmele Acedo.)