La existencia de personas con limitaciones funcionales importantes en comparación con la norma mayoritaria o de referencia entre las que tienen su misma edad en un contexto determinado ha representado y sigue representando, sin duda, un reto para dichas personas, para la organización social y para las políticas públicas.
Posiblemente el concepto de discapacidad sea el menos inadecuado con el que contamos actualmente para referirnos a esas situaciones, que –individual y socialmente– intentamos prevenir, a la vez que estamos llamadas a comprenderlas como un fenómeno ciertamente probable (si no ya presente) en nuestra vida individual y esencialmente constitutivo de nuestra vida colectiva.
En la evolución de la comprensión de las discapacidades, hemos llegado a verlas como parte de la diversidad funcional existente en el seno de la comunidad humana, diversidad funcional que, junto con otras diversidades, como la sexual, la generacional o la cultural, nos invitan a construir un concepto del ser humano cada vez más inclusivo y nos ayudan a comprobar hasta qué punto es minoritario el pretendido sujeto que ha sido considerado como normativo por parte de determinadas culturas dominantes. Una sociedad es más inclusiva y gestiona mejor sus diversidades en la medida en la que es capaz de ofrecer oportunidades, trato y resultados igualmente valiosos a las diferentes personas que la componen.
El concepto y el paradigma de la diversidad se conectan con el de la igualdad de derechos de todas las personas, en la medida en que asumen que todas somos diferentes unas de otras, a la vez que todas somos iguales en dignidad y humanidad. Por eso no podemos hablar de “personas con diversidad funcional” pues entender que la diversidad es un atributo que tienen algunas personas y que otras no tienen entra en contradicción con el propio concepto y enfoque de la diversidad. La diversidad funcional, como todas las diversidades, por definición, por concepto y por enfoque, nos afecta, nos pertenece y nos compromete a todas las personas por igual.
(Precede al texto Flora on Sand, de Paul Klee)
Buena precisión, Fernando.
Qué interesante, Fernando!
Entiendo , ahora, el porqué muchas personas no comparten la utilización de “personas con diversidad funcional” para sustituir a “personas con discapacidad…”.
Muy interesante el articulo, reafirma el hecho de que todas las personas tenemos diversidad de funciones, en la vida diaria y profesional, y que en tal sentido, no debe estar relacionado solo a los que tienen alguna discapacidad, lo cual comparto.
Me ha encantado el artículo